24 de agosto de 2007

Lecciones de Vida


Siento la mano de Les acariciándome suavemente la espalda en señal de apoyo mientras los ojos de me vacían del dolor. No puedo evitar maldecir al cielo, al infierno, al norte, al sur, a la humanidad entera, y a parte de ella. Pero igual, lo hecho, hecho está y habrá que vivir con ello. Vemos en las noticias que la violencia enluta familias alrededor del mundo, pero nunca pensamos que nos va a tocar, nos creemos inmunes ante el flagelo diabólico de la muerte a manos de un cobarde... ahora nos toca a nosotros sentirlo, y aún a este momento, no lo puedo creer, no lo quiero creer.

El jueves 9 de Agosto, al filo del medio día, dos cobardes atentaron contra la vida de mi cuñado, un prominente médico cuya clínica había ayudado hasta ese fatídico momento, a prácticamente todas las mujeres del pueblo. Indignación, repudio, sorpresa fueron los sentimientos que corrieron por todo el sector “Le dispararon al Doctor, no puede ser, pero ¿por qué? Si tan bueno él, si nos da fiado y no cobra caro y encima lo buen doctor que es ¿qué pasaría, por qué?” era el rumor que volaba en el ambiente. Pero las preguntas siguen sin tener respuesta, pero igual no hemos tenido tiempo de detenernos a escuchar, por si las moscas aparece otro rumor trayéndonos la respuesta anhelada.

No quiero ni imaginar el sonido de los disparos, el silencio después del atentado, el miedo, lo que le habrá pasado por la mente en esos escasos segundos de conciencia. Sólo supimos que alcanzó a murmurarle al colega con el que conversaba en ese momento y que finamente lo llevó de volada al hospital “decíle a mi mujer y a mis hijos que los adoro y que los amo”… De seguro se encomendó al Creador pues aún tuvo aliento para un Padrenuestro antes de desfallecer. Y ahí comenzaron las carreras, el hospital cercano, pero con muchas carencias logró revivirlo, las enfermeras y los doctores lloraban desconsolados, tratando de sacar fuerzas y milagros hasta de donde no hay y reparar el daño que tan cobardemente le habían hecho al buen Doctor.

En la familia ronda la incertidumbre, la angustia, la rabia y el dolor. ¿Qué va a ser de mi hermana ahora y los patojos?… pero si acaba de nacer el nieto, no es posible que no lo llegue a ver crecer. Mis sobrinos lloran inconsolables “que vamos a hacer sin él, si él es todo, por él somos, por él vivimos”, y vaya que es todo, la casa, la clínica, el colegio, la U, el super, las idas al puerto, los jalones de orejas, las vueltas, los domingos en Burger King, cualquier viaje imaginable, los sueños, las ilusiones, todo corría a cuenta de él, él organizaba, él creaba, él hacía posible. Solo me queda imaginar el sentimiento de los 3, mi hermana y mis dos sobrinos, el estar ahora sin el capitán del barco y la fantasmal pregunta del “¿qué vamos a hacer?”. Porque estuvo vivo por 5 días, aferrado a las máquinas que tanto conoce y probablemente en algún momento tuvo que usar con sus pacientes, pero inconsciente para seguir guiando el destino de su familia. Y con el barco a la deriva urge pronto que alguien tome el timón mientras él recobra sus fuerzas y sale de ese sueño inducido a la cruel fuerza del cañón. Pero la tristeza y el dolor son demasiado grandes en este momento y solo queda tiempo para buscar en la memoria las oraciones enseñadas cuando niños, para invocar a cuanto santo sea posible a que hagan guardia en su caminata al encuentro con el Ser Supremo.

Se fue el Doctor, el funeral estaba a reventar, mil señores de trajes elegantes con rostros circunspectos… definitivamente colegas del Doc. Muchachos elegantes, de trajes impecablemente planchados, amigos de mi sobrino; y un grupo de patojos que andaban de arriba abajo con mi sobrina, sus compañeras de travesuras supongo. Varios niños, y aquellos que ya no tan niños vinieron a este mundo a través de sus manos, entre ellos mi hija, que tuvo la dicha de nacer bajo su experticia y cariño. Pero la tristeza es suprema, el vacío demasiado grande… el Doctor partió a un nuevo cielo dejándonos el alma hecha un nudo y demasiadas preguntas en la cabeza.

Ayer se cumplieron los 9 días de su fallecimiento, el cielo escogió el día de su partida el mismo día en que la linda Virgen Madre subió al cielo a reunirse con su hijo, ahora ella bajó para ayudar al Doc a subir a su nueva morada. Los que quedamos en esta tierra nos quedamos con las manos vacías, tanta gente que lo necesitaba, tantos de nosotros que vamos a extrañar sus ocurrencias, sus chistes y los clásicos churrascos al aire libre.

Me dejó una hermosa lección de vida, cuando buscando casa me encontraba desesperada y sin saber qué camino tomar. “Entre comprar y alquilar, mejor comprénla, ¿las cuotas? Esas van saliendo, poco a poco y te dan más ganas de seguir adelante, ¿soñás con tu casa? Comprála, el crédito te lo dan y ya montados en la mula solo queda seguir pa’lante…” Qué razón tenía el Doc, las cuotas han ido saliendo, dos años ya de pagar casa, solo nos quedan 18… qué razón tenía el Doc. En honor a él, seguiré persiguiendo mis sueños como siempre lo hizo él, siempre luchó por no quedarse con las ganas de algo, vivió al máximo, les dio a sus hijos el mundo que tanto soñó para ellos y aún más.

Hasta pronto Doc, los que quedamos aquí seguimos luchando por seguir vivos, por llevar tu ejemplo a donde sea requerido, seguir nuestros sueño y siempre, siempre extender una mano amiga al más necesitado, nunca dejar para después o para una ocasión especial aquello que puede darse hoy. Nuestros corazones se quedan anhelando respuestas, pero seguimos llevando tu recuerdo con nosotros a todas partes.

Hasta pronto Doc, y que Dios guarde tu alma, nosotros nos encargamos de tus recuerdos.

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