9 de septiembre de 2010

De detectores de mentiras, dialogías y soledades perdidas


Amargo el sentir y amargo el llanto, llueve con esa agua que fluye desde las oscuras nubes del infinito y me golpea las sienes con una realidad que no admito. Hace meses que no se me rompe ni un plato. La última vez fue un vaso y ni siquiera fui yo, fue el Blanco que por andar acelerado y encima que carece de toda finura propia de su raza, lo mandó a volar de un coletazo. Hace meses que tengo la pintura, las brochas y el aguarrás y no hay modo que me decida a vestir el overol manchado de arte y le cambie la fachada a la cueva. Por un lado, ya me cansé de los recuerdos que resguardan las paredes, de la misma historia que cuentan una y otra vez, quizá con pintura deje de doler. Volví a escuchar la voz de mi Diablo en las oscuridades de mi inconsciente y me sentí culpable de su ausencia. Me senté frente a la renovada mesa sen, observé el mural que dejó plasmado en la pared y nuevamente lloré. El dinero se acaba, el tiempo sigue pasando y estoy a dos centímetros de dejar de lado mis cuentos chinos para regresar al mundo de los vivos. Al menos haré el intento antes de morir de nuevo.

Resulta ser, que en mi afán de revivir, me someten al foco inquisidor de un delator de mentiras y escupe como resultado un “no confiable”. Me cavilan las neuronas y después del típico berrinche propio de mi sazón, me detengo a desenredar mis ideas. Igual mentira o verdad, mi libertad se vería más comprometida que una virgen embarazada. Si niego la pecaminosa acción, el aparatejo brinca, salta y pulula el sonido de alarma; pero si confieso la pecaminosa acción, se me niega la oportunidad de respirar porque igual, mi pecado tengo y no vaya a ser que reincida. Con cierta gente, lleva uno las de perder siempre. Intachable, a huevos que no soy, pero conozco mi área de ataque y profesionalmente mi lugar está establecido y marcado. Pero eso no toda la gente lo entiende, escucha únicamente lo que quiere escuchar y no ha lugar ni a explicaciones ni alternativas. Mientras tanto, la cacería continua, se renueva y cambia de rumbo… el dinero se acaba y el tiempo sigue pasando… el dinero se acaba…

Un suspiro a media garganta, me hace recordar mi vida pasada tranquila y sin preocupaciones, en donde egoístamente dejé a la salud de mi Diablo las decisiones más duras, quizá. En cierta forma el aparatejo parece tener razón, porque dentro de este saco de pliegues y dolores me aterra la responsabilidad y con el maldito historial de malas decisiones que tengo… quizá tenga razón y no sea tan confiable como el mundo exterior piensa. Hablé con el Gran Jefe y me partió el corazón su sentimiento, la Gran Jefa anda de viaje y lo dejó solito por dos semanas. “La peor hora mija, es cuando se va la asistente doméstica, a eso de las 3, cuando el silencio se vuelve insoportable, es la peor hora”. Me lo va a decir a mí, pensé yo, que la hora de las ánimas se me volvía fantasmal, esperando el ruido característico de la carroza del Diablo, cuando mi Ojos de Cielo brincaba de la cama para hacerle encuentro maullándole la bienvenida. Ya ahora no arde tanto la madrugada, las ocasionales noches con el Loco han apaciguado el vacío de las dos de la mañana, pues si me despierta la nostalgia, no sólo su olor me confirma su presencia, sino su hermosa silueta ajustada a mi piel… lastimosamente no es de siempre, pero cuando está, vale la pena abrir los ojos y disfrutar el minuto.

No pude dejar de pensar en lo que han de sentir mis Jefes cuando cae la tarde y el teléfono no suena, porque cada uno de nosotros estamos demasiado enterrados en nuestras historias diarias que ya no es hora de socializar con la familia que vive lejos. La Gran Jefa se fue de viaje a la Canadia porque había que ir a visitar a su retoño el Fotórafo, demasiados días ya sin tener entre sus brazos a su patojo. Por muy grandotes y adultos que nos creamos, nunca está de más el abrazo singular de mami o la caricia quizá tosca de papá. Esto de crecer resulta ser una mierda al final de cuentas. Poco a poco morimos en vida, vemos los días pasar, nuestros sueños cumplirse o enterrarse para siempre, vemos a nuestras hadas y duendes crecer, avanzar, volar, se van, abren sus propias flores para resguardar nuevos colores, pero las ramas primeras dejan de crecer por alguna extraña razón, se estancan.

Me contaron por ahí, al filo de la hora de las ánimas: “vos, encontré a mi madre sentada en el comedor, rodeada de sus angustias, extrañando a la inmigrante de la camada (otra fraterna que cree conseguir la verdad del mundo lejos de su redil), escuchando la soledad del silencio. Me senté a su lado y me contagió de su nostalgia, escuché su vacío… mano… que feo es esto…” Hijos que se pierden en las entrañas de tierras novelescas buscando cumplir sus sueños foráneos. ¿Y qué de los que quedamos atrás recordando esos momentos atemporales, esas cenas de acción de gracias, navidades de cristal y panitos con jamón, de subanik, sushi de colores y triki trakes de salmón? Aaaaahhh, la tierra sana pero no el corazón. La ausencia se vuelve demasiado grande para obviarla o pasarla por alto, y mientras tanto, seguimos caminando, caminando… se me pasa la vida caminando… Y seguiré extrañando al Fotógrafo y sus triki trakes de salmón, quizá algún día regrese o quizá algún día cumpla yo el sueño de acompañarlo a hacer muñequitos en la nieve, quizá, quizá, quizá...
Ahora, por aparte me pregunto, si es que no me gusta escribir rimado ¿por qué diablos los escritos me salen como si fueran canción con todo y la rima y el ritmo? Habrase visto.

13 de mayo de 2010

Érase una vez un jardín...

Los recuerdos suelen llegarme de una manera cada vez más extraña. Encontrábame yo hoy, respirando el viento de fin de clases, y para evitar estar viendo los desagradables arrumacos de la Pelos de Elote con Gandalf El Sucio, me dispuse ir de experdición por el campus universitario en busca del Loco y compañía, pero como para variar un poco en mi diario vivir, crucé a la derecha en Albuquerque y resulté en un lugar que horas después me llegó al alma.

Caminando por la facultad de Ingeniería, después de haberme admirado de lo inmensa que es y de la cantidad de gente que por ella pulula, me topé con un área que de momento me fue conocida pero no le puse mayor importancia. Al verla me recordé de cómo, hacía unos 12 años aproximadamente, estuve ahí mismo… cuando aún estaba en remodelación, y era un montón de promontorios de tierra negra, sacos de cemento y estudiantes de ingeniería haciéndoselas de albañiles, jardineros y demás. Me detuve por unos instantes y me di cuenta de lo cambiado que estaba el lugar… “Válgame Dios, cómo pasa el tiempo…” pensé. Sentí sobre los hombros el peso de esos 12 años como si fueran 50, pero como autómata retorné mis pasos, llamé al Loco y me desaparecí entre la multitud.

Rodando por las calles de la ciudad, con la canción del Loco de fondo y frunciendo el ceño al ver el aparatoso accidente de la cisterna en el paso a desnivel de Tecún Umán me pegó el recuerdo… Ese lugar… esos arriates a medio construir, los sacos de cemento… los niños de ingeniería… ingeniería y el tiempo… 12 años hacía ya de cuando mi mano estrechó la suya en ese apretón fuerte y seguro tan característico de él… hacía 12 años que el destino ponía frente a mí a ese hermoso Diablo con el que mi vida iba a quedar unida por siempre.

No recuerdo el día, fue alrededor de las primeras horas de la tarde en que yo huía de mi vergonzosa realidad, salí huyendo de mi vida esperando encontrar otra que poder robarme para así dejar atrás el fastidio en el que estaba. Sin querer me encontré con sus ojos de miel, con su sonrisa hermosa y su mirada serena. “Así que usted es la famosa Bruja… hasta que al fin la conozco”, y después de eso se estacionó en mi presente y nunca se fue.

Hoy lo recordé más que otros días, quizá porque mis pasos se dirigieron al inicio de todo, al punto cero de lo que más tarde se convertiría en la mejor evolución que he tenido a lo largo de estas lunas. Hoy me vi, 12 años más joven y me sentí 5 décadas más sabia, me vi como en esos programas de televisión de “before and after”, con pantalla dividida y cambio de color. Si, él sin querer queriendo fue el inicio de toda esta revolución interna, fue él quien le dio vuelta al disco para escuchar la otra canción que casi siempre suele ser mejor…

Tengo rato de no verlo venir en mis sueños, rato de no sentir su respiración en mi cuello… no puedo evitar recordar las palabras de Lili: “uno quiere tenerlos siempre cerca, pero también tenemos que entender que ellos deben seguir su camino… no permita que se estanque aquí, él debe continuar…” Quizá si, ojalá no fuera así… pero aunque me cueste aceptarlo tiene razón, quizá ya dejó listo lo que debía dejar, supe que anduvo al pendiente de su hermana cuando ella se enfermó, pero ahora que el Gordito regresa me supongo que ya podrá continuar puyando ángeles, rebotando en las nubes de tormenta y preparando su churrasco con Iron Maiden a todo volumen.

Sigo buscándolo entre las nubes, sigo pensando que en su papel de Diablo, anda juntando lo que Dios anda criando, haciéndole honor al refrán. Le pedí la otra noche que me dijera algo sobre Ivette y Alejandro, pero aún no tengo respuesta, porque si está destinado a ser, me encantaría que fuera su diablo de la guarda, que comparta con ellos toda su sabiduría y que los lleve por buen camino, si algún día llegara a ser.

Gracias, Diablo hermoso, por un día diferente, por llenarme de recuerdos el momento, porque junto a esos arriates llenos de hojas verdes recuperé un poco el aliento que llevaba perdido y el otro tanto embalsamado en los confines del tiempo. Es de ver la manera que tiene usted de presentarse ante mis ojos… en un jardín lo conocí, y en un jardín nos despedimos de esta efímera vida mortal. Energía de sol y bruma de las tinieblas… gracias Amor por su tan peculiar presencia.

13 de abril de 2010

Llueve sobre mojado...



Escribir por escribir… para lograr esa catarsis mental que el cerebro necesita para no explotar. Hoy no estoy en conjunción con el mundo, me siento totalmente fuera de contexto y lugar. Hoy amaneció el cielo nublado y de la nada se me nubló el alma, no fue mi día. Por enésima vez tengo el alma rota y el corazón en la mano sangrando, maldita violencia emocional que no me deja salir de este puto abismo que me corroe constantemente. Hoy fue uno de esos días que necesitaba su luz pero sin necesidad de pedirla, y hoy precisamente me apagó el farol. El Loco no quiso andar vagabundeando en este oscuro bosque como casi siempre, con su voz sonriente y su mirada de fuego, con eso de que le tiene fobia a la Hada con la que vivo. Vivo con un Hada y no sé cómo encontrar el punto de fusión entre ambos, para subsistir en el mismo plano sin que se opaquen el uno al otro, y sin que me fulminen en el camino.


Hoy es uno de esos días en donde anhelo que me parta un rayo, uno de esos días en donde se me cae la vida en espiral y no dejo de vomitar infortunios. ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? ¿Por qué putas el miserable cielo no me deja ya en paz? Ya me quitó lo que me hacía funcionar, lo que me queda me mantiene a penas entre respiros… maldito luto vuelve a aparecer cuando lo que más necesito es quitármelo de encima. Hoy, como otros días, estoy odiando a Dios porque no lo entiendo, porque no logro asimilar la codificación de mi existencia y su disque presencia. Me siento abandonada, partida, tengo hambre, hambre de vida, de cielos, de flores, de mimos, ya no quiero estar sola y para cuando siento compañía parece que el cielo se empecinara en decirme no. Ese estúpido NO, rotundo y frío, angular, seco. ¿Qué tiene de malo sentirse bien? ¿Por qué demonios no me das la oportunidad de ser feliz, aunque sea miserablemente? Paréntesis: "Hoy necesitaba de ti Loco, quizá necesitabas también de ti, pero la que se muere soy yo… hoy necesitaba de ti, y no te diste cuenta."


Es ilógico extrañar lo que nunca se ha tenido, pero hoy, lo que menos necesito es compartir la mesa con la puta de la Soledad y sin embargo la perra dispone no irse. Mañana será peor que hoy, puedo presentirlo. Temo por el Hada, porque no soy la mejor guía para ella, porque no logro enfocar mi mundo con el de ella, porque a ratos no sé qué hacer con ella, porque muero de miedo que caiga en la maldición que traigo puesta (¡por favor, ella no!). ¿Por qué siento que el mundo me abandonó? Es como estar en medio de una calle llena de gente, pegando de gritos a todo pulmón y definitivamente a nadie le interesa, y los pocos que muestran algo de interés no tienen ni idea de qué hacer. Mi reino por una pistola, que aunque el Chipi diga que sale muy cara la bala y que es mejor hacerle huevos, la verdad hoy estaría dispuesta a hacer la inversión y terminar con todo de una vez por todas… aunque eso implique no estar en la misma dimensión que mi Diablo, pues comienzo a pensar que es verdad lo de la lica de Robin Williams y que la muerte en vez de reunirnos nos mandaría por rumbos distintos, mi perdición sería nunca encontrarlo simplemente por haber escogido caminar de la mano de ella por mi propia voluntad y no cuando ella lo disponga.


Hoy muero un poco más, dentro de esta densidad de frases y citas engañosas que el viento dispuso traerme con la lluvia. Hoy me falló nuevamente lo que tanto amo, la tierra se me rebeló, el aire permaneció caliente y no me dio un rato de paz y frescura, el silencio de su voz fue más que amargo y más amargo será el día que fluyan sus pensamientos porque muy presente tengo que saldré volando por la puerta de un puntapié. Hoy mis fantasmas me abandonaron, el Loco se hizo el ruso, mi Diablo andaba por las nubes lejos de aquí y cada día me convenzo más de la inexistencia de ese Dios al que tanto le suplico cordura.


Hoy el mundo me dejó sola una vez más y para más fregar mañana será igual.

25 de enero de 2010

Transición 2009 a 2010


Noche vieja en Antigua con el corazón en rojo vivo y su mano tomada de la mía. El año terminó colmado de luces de colores, olor a fiesta chapina y estruendosos cohetillos amarrados a la estructura de un torito que se fue llevando con cada retumbo mis penas. Un tequila a fondo y sin respirar por mi Diablo eterno, otro a la salud de la nueva familia que me abre las puertas de su corazón y un último al compás del viento agradeciendo por los días pasados y repasados, por las aventuras, los llantos y las discusiones; los besos y las caricias, por sus palabras en mis sueños, por los cambios inminentes que me niego a aceptar, por mi pasado, este hermoso presente y mi futuro incierto; por los chapines en Vancouver y el Colocho en el viejo continente, por lo mucho que extraño mi vida y por todo lo que en algún momento dejé de hacer y debería retomar.

Viendo el cielo buscando mis señales de siempre me entró aquel sentimiento de culpa por sentirme tan bien, tan tranquila y contenta a pesar de ser mi primer año fuera de mi círculo familiar y mi segundo año a pie. Bajé la vista y me perdí en los ojitos de travesura del Loco que comparte mi camino hoy en día, pensé que definitivamente todo esto era una total locura, un arranque de escasez de sanidad mental frente a la formalidad de mis eternos años compartiendo con la familia, los hermanos, los sobrinos, las interminables horas tamaleando y riéndonos de todo y nada a la vez.

Este fin de año fue raro, el Clan fue herido por una fisura de incongruencias y banalidades, exageraciones unas, demagogias otras, así que me excusé del mundo y me retiré de mis costumbres incrustándome en otras que a lo mejor cuajaban más en el momento. Difícil fue cambiar la pierna horneada y el pavo/coche de la Susy o el menú festivo del aquelarre de mis fraternales brujitas, pero me vi en la urgencia y necesidad de cambiar de aires por unos momentos entequilados acompañados de un par de sándwiches “a la Wi” con quesito ahumado, jamón y pepinos.

El año anterior no había tenido tiempo de caer en cuenta de las fiestas porque no me había dado mucho permiso de darme cuenta. Pocas semanas antes y a medio camino de los villancicos navideños entendí que iba a ser otra navidad sin mi Diablo hermoso haciendo de sus travesuras típicas, de un aniversario más sin noche de bodas… dicen que no se debe de huir de los problemas pero esta vez decidí, en vez de encarar al toro por los cuernos, escapar a la tierra del nunca jamás. Dejé mi mundo atrás, el pavo con salsa de tamarindo y Jamaica (que de seguro me hubieran hecho llorar), la proyección número 3 millones de la lica del Grinch, mis adornos de lentejuelas y me enfrasqué en este mundo alterno que recién comienzo a comprender.

Sonaron las 12 y la calle repleta de pulmones gritó al unísono la bienvenida a la nueva década. Me besó en los labios a tiempo que le pedí a mi hermosa luna que el beso fuera eterno y que su abrazo no me soltara. El calor de su cuerpo me recordó que estaba viva, que aunque mi corazón se detuviera a ratos, seguía respirando y que aunque su mundo fuera nuevo para mí, su alma me daba un respiro. Su fantástica locura se había convertido, sin querer, en mi pequeño pedacito de cielo en esta realidad infernal. Me asusta sentirme parte de algo otra vez porque me aterra la idea de perder lo que en tan poco tiempo he ganado, que tanto me hace sentir y encima me siento bien. Lo veo y no puedo evitar ver lo bello que es, la frescura de su juventud, la energía de su mirada y la magia de esa sonrisa que me tiene más que enamorada de un tiempo para acá. Su corazón en bueno, sano y limpio a comparación del mío que parece carro de esas carreras en donde se aplastan unos con otros. De igual forma me acuna entre sus brazos, me susurra un “mi linda nena, mi brujita linda” y me derrito al compás de los tronidos del torito y los gritos asustados de la gente.

Esas calles de Antigua guardan mil historias y caminando de regreso al carro me doy cuenta que grabé una más entre las rendijas de las piedras. Pasando frente al parque me vi años atrás, enroscada en los brazos del Diablito, desde que él se fue no había podido regresar, esas calles olían a él. En más de algún momento sentí su loción, quizá eran aquellos sus ojos al cruzar la calle o fueron sus manos las que rozaron mi espalda entre el tumulto de gente que, de alguna manera embriagados, festejaban a gritos y saltos por la ciudad.

Me apreté a su costado, antes de salir me perdí en sus labios y respiré su aire, ese aire que me llena de sazón las venas, que me desarma el alma solo para volverla a armar en otro beso. Pasé la noche en su mundo, más no en sus brazos, más por respeto que por oportunidad. Abrí los ojos y vi lo mismo que día a día ven sus ojos. Sus libros, sus figuras, amanecí con el olor de su almohada y el calor de sus cobijas en mi piel. Para cuando dieron las 12 y el silencio se rompió me vi recostada en su pecho y no pude evitar compartir con él el momento. “Hoy hace 4 años me casé…” Algo se rompió dentro de mí como de costumbre a lo que él respondió con su frescura característica: “¿Te casaste en año nuevo y a medio día? ¡¡¡Qué de ahuevo!!!” Me reí, con esa risa que tanto le gusta y que es imposible amarrar cuando estoy con él. Hablamos de eso y mil cosas más y con el tiempo corriendo en el reloj me abrió las puertas de su mundo, viajamos por su infancia, sus juegos y sus maravillas. No me quería ir… quería quedarme ahí perdida, no encontrar el camino de regreso, pero la "batiseñal" se había accionado y se requería mi presencia en mi realidad.

La lluvia me despertó y de camino a mi regreso me di cuenta que había dejado olvidado un pedazo de mi corazón en aquel cuarto de paredes blancas, muñequitos manga y dinosaurios de madera. Se me quedó esa parte que sueña y siente… pensándolo bien está mejor ahí, estará mejor atendida y cuidada que aquí conmigo, porque el clima le sienta mejor que el calor del sur y le gustan más los árboles altos, las coníferas y los eucaliptos que los arbustos pequeños y escasos. Le traen buenos recuerdos, le remontan a su zona de seguridad cuando las responsabilidades no le atormentaban, pasaba los días jugando con los perros y persiguiendo mariposas.

Finaliza una etapa y como me dijo el Loco hace unos días “pasó un año duro, difícil, es momento de comenzar, seguir y avanzar, no te quiero ver estancada…” Reconforta saber que alguien fuera de mi estatus me quiere sin reservarse el derecho de admisión, hace lo posible por comprenderme sin perder el juicio y de paso me contagia con su diversión perpetua. La verdad y aquí entre nos, reconforta.

¡¡¡¡Salú por un año venidero atorado de razones para cambiar, mejorar, avanzar y desestancarse!!!! ¿Metas a corto plazo? Encontrarme pisto para darle vida al unicornio o bien sería más factible enrolarme nuevamente en las filas del proletariado, mejorar el repello para que el espejo no sea tan cruel con los años. Culpo a la vanidad de bruja por querer que este Loco hermoso siga detrás de mis huesos forrados de enguate porque la verdad me fascina el recorrido de su mirada a lo largo de mis costuras. Hay que remodelar la cocina y volverla ese nido de memorias que tengo metidas en la cabeza, reparar las grietas del alma y retomar mis sueños de tinta y papel. El Unicornio sigue esperando su venida a esta realidad de aceite y limón, seguiré hurgando entre mis cuentas de colores para ver si encuentro la manera de hacerlo empollar.

¡¡¡Salú por un año más de viejas costumbres, nuevas mañas y eternas manías con sal!!! Que la vida sigue andando a paso de pie grande (amén), que necesito encontrar la manera de robarle al futuro ese tiempo para encerrarme en los brazos del Loco divino para así poder seguir respirando y que la oportunidad me ponga enfrente la tan ansiada pintura para decorar azulejos que ando buscando.

¡¡¡Salú por una mente brillante, que logre de cualquier manera absorber los mitos, símbolos y signos para entender más a fondo este soberano embrollo en el que me he metido!!! Una copa de vino derramada en tierra santa por los que no están, un tequila por los que vendrán y atol de elote para los que en Vancouver están para que no se olviden de los que por acá se quedarán.