13 de mayo de 2010

Érase una vez un jardín...

Los recuerdos suelen llegarme de una manera cada vez más extraña. Encontrábame yo hoy, respirando el viento de fin de clases, y para evitar estar viendo los desagradables arrumacos de la Pelos de Elote con Gandalf El Sucio, me dispuse ir de experdición por el campus universitario en busca del Loco y compañía, pero como para variar un poco en mi diario vivir, crucé a la derecha en Albuquerque y resulté en un lugar que horas después me llegó al alma.

Caminando por la facultad de Ingeniería, después de haberme admirado de lo inmensa que es y de la cantidad de gente que por ella pulula, me topé con un área que de momento me fue conocida pero no le puse mayor importancia. Al verla me recordé de cómo, hacía unos 12 años aproximadamente, estuve ahí mismo… cuando aún estaba en remodelación, y era un montón de promontorios de tierra negra, sacos de cemento y estudiantes de ingeniería haciéndoselas de albañiles, jardineros y demás. Me detuve por unos instantes y me di cuenta de lo cambiado que estaba el lugar… “Válgame Dios, cómo pasa el tiempo…” pensé. Sentí sobre los hombros el peso de esos 12 años como si fueran 50, pero como autómata retorné mis pasos, llamé al Loco y me desaparecí entre la multitud.

Rodando por las calles de la ciudad, con la canción del Loco de fondo y frunciendo el ceño al ver el aparatoso accidente de la cisterna en el paso a desnivel de Tecún Umán me pegó el recuerdo… Ese lugar… esos arriates a medio construir, los sacos de cemento… los niños de ingeniería… ingeniería y el tiempo… 12 años hacía ya de cuando mi mano estrechó la suya en ese apretón fuerte y seguro tan característico de él… hacía 12 años que el destino ponía frente a mí a ese hermoso Diablo con el que mi vida iba a quedar unida por siempre.

No recuerdo el día, fue alrededor de las primeras horas de la tarde en que yo huía de mi vergonzosa realidad, salí huyendo de mi vida esperando encontrar otra que poder robarme para así dejar atrás el fastidio en el que estaba. Sin querer me encontré con sus ojos de miel, con su sonrisa hermosa y su mirada serena. “Así que usted es la famosa Bruja… hasta que al fin la conozco”, y después de eso se estacionó en mi presente y nunca se fue.

Hoy lo recordé más que otros días, quizá porque mis pasos se dirigieron al inicio de todo, al punto cero de lo que más tarde se convertiría en la mejor evolución que he tenido a lo largo de estas lunas. Hoy me vi, 12 años más joven y me sentí 5 décadas más sabia, me vi como en esos programas de televisión de “before and after”, con pantalla dividida y cambio de color. Si, él sin querer queriendo fue el inicio de toda esta revolución interna, fue él quien le dio vuelta al disco para escuchar la otra canción que casi siempre suele ser mejor…

Tengo rato de no verlo venir en mis sueños, rato de no sentir su respiración en mi cuello… no puedo evitar recordar las palabras de Lili: “uno quiere tenerlos siempre cerca, pero también tenemos que entender que ellos deben seguir su camino… no permita que se estanque aquí, él debe continuar…” Quizá si, ojalá no fuera así… pero aunque me cueste aceptarlo tiene razón, quizá ya dejó listo lo que debía dejar, supe que anduvo al pendiente de su hermana cuando ella se enfermó, pero ahora que el Gordito regresa me supongo que ya podrá continuar puyando ángeles, rebotando en las nubes de tormenta y preparando su churrasco con Iron Maiden a todo volumen.

Sigo buscándolo entre las nubes, sigo pensando que en su papel de Diablo, anda juntando lo que Dios anda criando, haciéndole honor al refrán. Le pedí la otra noche que me dijera algo sobre Ivette y Alejandro, pero aún no tengo respuesta, porque si está destinado a ser, me encantaría que fuera su diablo de la guarda, que comparta con ellos toda su sabiduría y que los lleve por buen camino, si algún día llegara a ser.

Gracias, Diablo hermoso, por un día diferente, por llenarme de recuerdos el momento, porque junto a esos arriates llenos de hojas verdes recuperé un poco el aliento que llevaba perdido y el otro tanto embalsamado en los confines del tiempo. Es de ver la manera que tiene usted de presentarse ante mis ojos… en un jardín lo conocí, y en un jardín nos despedimos de esta efímera vida mortal. Energía de sol y bruma de las tinieblas… gracias Amor por su tan peculiar presencia.

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