20 de abril de 2009

De Cumpleaños y Días de la Madre


Tenía 18 años cuando supe de ella y comprendí que iba a cambiar mi vida definitivamente. No me importó modificar mi mundo por ella, prestarle mi cuerpo para darle su primer hogar, dar mi vida y mi mejor esfuerzo por hacerla feliz. Ese día le hice una promesa: “Todo va a estar bien, te prometo que todo saldrá bien”. Mes y pico después, un 15 de Diciembre, la sentí por primera vez en mi vientre. Ese día terminé de convencerme del enorme milagro que se formaba en mí, y también me moría del pánico por la tremenda responsabilidad que caía sobre mis hombros, una responsabilidad física, moral, espiritual y técnica en todos los sentidos.

A partir de que la concebí su vida me había sido confiada, de mí dependería ahora su formación, que creciera siendo una personita sana y fuerte. Dependería de mí para sobrevivir, tanto dentro como fuera de mí y sería lo que yo le enseñaría a ser, aprendería a comer, caminar, vestirse. Ahora necesitaba cuidarme no sólo para verme o sentirme bien, ella también compartía mi cuerpo y mi salud. Sus primeras palabras, sus primeros conocimientos, sus influencias, sus juegos y gustos vendrían principalmente de mi persona, pues estaría conmigo prácticamente todo el tiempo. Y no tenía ni la más remota idea de cómo iba a hacer todo eso, todos aconsejan, pero nadie asegura, definitivamente no venimos con manual de instrucciones.

Un 24 de abril nació mi Pulga, que no sólo estaba hermosa sino que saludable y con unos pulmones de campeonato. En cuanto la tuve entre mis brazos, el tiempo se detuvo y no había nadie más que ella. Esos primeros segundos viéndola a los ojos me confirmaron que la perfección sí existe, y me enamoré perdidamente de ella. “Todo va a estar bien“, le dije, una confirmación a aquella promesa que habían sido mis primeras palabras. Mi corazón latía a todo vapor y esa criaturita pequeñita y arrugada me miraba con una picardía tan propia de ella, tan única y especial, picardía que a la fecha conserva y no me canso de admirar. El camino que nos esperaba por delante no iba a ser fácil, éramos sólo nosotras dos, pero me armé de valor y seguí andando, con ella como mi estrella guía y cuando menos me lo espero veo la luz del sol entibiándome el rostro y el alma, y ella junto a mí, con sus ocurrencias, bailes y travesuras.

Trece años después de aquella mañana de abril, me encuentro en la parada del bus, esperando a que regrese de la jornada escolar. ¡Cómo ha crecido! Se está convirtiendo en toda una señorita y junto a los cambios de la adolescencia, entraron sus cambios de carácter. Ya no es la niña caprichosa aquella que pretendía resolver todo a la fuerza, ahora es toda una damita, aprendió a manejar sus sentimientos y frustraciones, la casa es un mar de tranquilidad, únicamente el exigente maullido del Loki y la Nin reclamando un pedazo de jamón o los Jonas Brothers a todo volumen. Tantas veces desconfié de mi capacidad maternal, cuantas noches lloré creyendo que todo estaba saliendo al revés pues no lograba la estabilidad que tanto soñaba para ella y para mí. Después de tanto tiempo perdida en un mundo sin pies ni cabeza, vuelvo a tener en el alma ese sentido de pertenencia, esa necesidad de seguir adelante y ser cada vez mejor.

La veo y no lo creo. Me recuerda tanto a mí cuando estaba de su edad, con las mismas ganas de vivir, el mismo ímpetu y por supuesto una que otra novedad propia de ella. La veo y me siento completa, a pesar del tiempo y las complicaciones, he llegado a cumplirle aquella promesa, hoy por hoy todo está bien, es más, todo está mejor de lo que alguna vez pude soñar para ella. Ahora no sólo somos madre e hija sino que también somos amigas, ella aprende de mí y yo de ella, todos los días es una experiencia nueva. Ser madre me ha ayudado enormemente a ser mejor persona y mujer, a querer ser más de lo que ya soy solamente por darle a mi princesa un mundo mejor. No hay día que no le pida al cielo sabiduría para poder enfrentar los peligros que nos acechan a diario, fuerza para combatir los demonios que encontremos en nuestra ruta y la capacidad de crearle un mundo perfecto en donde se sienta segura y confiada. Atrás quedaron los días de incertidumbre cuando supe que crecía dentro de mí, quizá no esté cien por ciento segura de lo que debo hacer, pero tengo una idea más global y concreta de hacia donde dirigirme.

Hasta ese momento magnífico en que vi su corazoncito latir en la pantalla del ultrasonido no había comprendido la importancia del concepto de “familia”, prácticamente lo había dado por hecho. Ahora entiendo lo necesario que es para nosotros como seres humanos sentirnos parte de algo y palabra que no me arrepiento de haberla tenido. He podido compartirle mi mundo, ese mar de personas que nos rodean a diario, mi gente, mis recuerdos, mi vida entera. Pero para mí, el centro de mi universo ha sido ella. Tuvimos la oportunidad de compartir estos últimos cuatro años con un hombre maravilloso que nos demostró con hechos lo que es el amor incondicional y sin barreras, nuestro mejor amigo y compañero del alma. Aunque el cielo reclamó su presencia demasiado pronto, nos dejó tanto a las dos, pero sobretodo a mí, pues sus vivencias y consejos como hijo de madre soltera llenaron mis arcas con ideas únicas y especiales las cuales aplicaré día a día con mi hermosa Pulga. Sin dejar atrás, por supuesto, otro tanto de gente maravillosa que añadir a nuestra vida y familia. Al principio éramos sólo nosotras y ahora se nos llena la casa para las piñatas y fiestas.

A un par de semanas del 10 de mayo, he de decir también por si viene al caso, que celebrar el día de la madre para mí no es cuestión de un día, sino que ha sido de los últimos trece años, a diario. Porque no hay día que no me enorgullezca de ser su mamá, de formar parte de su vida como ella forma parte de la mía. Hoy por hoy, le doy gracias al cielo por haberme confiado a esta angelita, y por mi vida que no pienso decepcionarla por nada de este mundo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Felicitaciones, me alegra mucho que se sienta orgullosa y le llene siempre de emocion... que bueno que todos estos años fueran felices y que en todos los años venideros sean de exito y felicidad igual un abrazo

Eduardo Galindo